Quizá el título te parece muy extraño, incluso te genera curiosidad saber qué ha pasado, porque parece lógico pensar que las buenas decisiones, nos van a llevar a cosas buenas. Pero este es un gran ejemplo, donde se demuestra que el proceso y el resultado son dos cosas distintas, que a veces pueden coincidir y a veces no. Y lo peor de todo: somos tremendamente injustos cuando miramos hacia atrás y tenemos mucha más información de la que teníamos en el momento de tomar cualquier decisión.
Pete Carroll (15 de septiembre de 1951) es un entrenador profesional de fútbol americano. Concretamente es uno de los tres entrenadores que han ganado una Super Bowl y un campeonato nacional de fútbol americano. Es el entrenador jefe más veterano (67 años) de los que actualmente trabajan en la NFL. Desde 2010 dirige a los Seattle Seahawks, y con ellos ganó la Super Bowl XLVIII, del año 2014, contra Denver Broncos.
La temporada siguiente, en 2015, los Seattle Seahawks llegaron otra vez a la final de la NFL, la Super Bowl XLIX, esta vez contra los New England Patriots. El partido llegó a un final igualado, y a falta de 26 segundos, los Seahawks tenían la posesión, perdían por 4 puntos y estaban muy cerca de la línea de marca.
Necesitaban una última jugada para ganar. Todo el mundo esperaba que Pete Carroll mandara jugar un mano a mano con Marshawn Lynch, porque era uno de los mejores running backs de la liga y estaban cerca de la zona de marca.
Pero como todo el mundo esperaba ese mano a mano para correr con el balón y buscar anotar, Carroll decidió marcar otra jugada: que su quarterback, Russell Wilson, diera un pase hacia otra dirección, mientras todos estaban pendientes de lo que parecía más previsible.
A simple vista parece una decisión inteligente y astuta, ¿no? Era una buena jugada igualmente y además era menos previsible que la anterior.
Podríamos decir que tomó una buena decisión.
Pero hubo un problema: el otro equipo interceptó ese pase, que era prácticamente la última jugada del partido y los New England Patriots ganaron la Super Bowl XLIX.
Podríamos decir que el resultado para Pete Carroll y los Seahawks fue negativo.
Esta es la jugada:
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Las portadas al día siguiente fueron estas:
USA Today:
“¿En qué momento Seattle pensó en hacer la peor jugada de la historia de la NFL?”
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Washington Post:
“La peor jugada de la historia de la Super Bowl. Esto afectará para siempre a la imagen de los Seahawks”
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FoxSports.com:
“La jugada más tonta de la historia de la Super Bowl podría ser el comienzo del final de una era para los Seattle Seahawks.”
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Seattle Times:
“Los Seahawks perdieron porque hicieron la peor jugada de la historia”
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The New Yorker:
“Un terrible error del entrenador”
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Al cabo de unos días varios analistas comentaron que la jugada no era tan mala como parecía, teniendo en cuenta el tiempo que quedaba y la situación de partido, porque además, una interceptación para robar el pase no tenía muchas posibilidades de que sucediera.
Durante toda la temporada había habido 66 pases en esa distancia y cerca de la zona de marca. Ninguno de ellos fue interceptado. En las 15 temporadas anteriores, el porcentaje de interceptaciones en esa situación era un 2%.
Quizá habría que hacerle un monumento a Malcolm Butler, que fue quien interceptó ese balón como si le fuera la vida en ello, pero estaban demasiado ocupados cavando una tumba.
No estamos apoyando la decisión del entrenador, y tampoco decimos que nosotros hubiéramos hecho lo mismo. Simplemente decimos, que esperar a ver el resultado para posicionarnos, nos parece un poco injusto, y que a posteriori todos somos expertos, sobretodo porque además da la sensación que las otras opciones tuvieran un 100% de efectividad y era imposible que fallaran, cosa que tampoco es cierta.
La lección de Pete Carroll:
Viajamos al pasado y cambiamos nuestra opinión cuando sabemos el resultado del presente, pero no entendemos que nadie puede viajar al futuro para saber lo que pasaría. Esto lo hacemos constantemente, y es tremendamente injusto.
Ganar no es lo único, pero ganar es importante, porque vivimos en un mundo donde los ganadores se lo llevan todo y los perdedores no suelen llevarse nada.
Nos gusta la gente que arriesga, pero solo admiramos a los que les sale bien.
La mayoría de veces, las decisiones que tomamos dependen de nosotros, mientras que los resultados no tanto. Aceptemos que buenas decisiones pueden llevar a cualquier resultado, también negativo, pero en el momento de tomar la decisión, nunca lo sabremos. Así que la próxima vez que tengas que decidir, elige la opción que te permita dormir con la conciencia más tranquila. Luego ya veremos que pasa…