Un niño está jugando al críquet, solo, en un patio. El eco del sonido de la pelota contra el bate se oye en todo el vecindario, resuena por todos los bungalós de una ciudad austaliana normal.

El bate es un poste de crítquet. La pelota, una pelota de golf. El chico lanza la pelota contra una pared curvada y desigual. Cada vez que la lanza, esta sale rebotada en un ángulo diferente. A veces hace un cut. A veces, un bloqueo. A veces, un disparo. Pero siempre batea la pelota. Siempre.

El niño lo hace cada mañana, cada tarde, cada día y cada año durante una década. En su primer partido para la escuela local, cuando tiene doce años, consigue 115 que no son out. En el partido de vuelta, el capitán lo sienta en el banquillo con 72. En el tercer partido, el capitán del equipo contrario se niega a que su equipo salga al campo si juega ese chico.

Pocos años después, durante su primera temporada en un club de críquet, el chico alcanzaba las 995 y cinco carreras en, solamente, 9 entradas. En 1927 juega su primer partido de primera división.

Al año siguiente, juega para su país. Veinte años después, se retira con un promedio de puntuación de 99,94 (se quedó a una carrera de conseguir un extraordinario promedio de 100).

El niño se llamaba Donald Bradman: uno de los mejores de todos los tiempos. Bradman aprendió su oficio en un callejón de Bowral lanzando una pelota de golf contra una pared irregular y bateando con un palo de críquet.

La maestría en cualquier actividad (un deporte, una habilidad, un arte, un negocio) se consigue con la práctica. La práctica mejora con la intensidad. Muchos estudios han demostrado que tanto nuestro cuerpo como nuestra mente, responden de manera positiva a una dieta de aprendizaje acelerado e intenso, que nos proporciona una mejora drástica y una gran ventaja competitiva.

Fragmento extraído de Legacy, de James Kerr        
 

 

¿Quién era Donald Bradman?

Don Bradman

 

Le llamaban ‘The Don’ y fue el mejor jugador de criquet de todos los tiempos. Nació el 27 de agosto de 1908 en Cootamundra, Australia. El pequeño de cinco hermanos, un niño y tres niñas, y descendiente de ingleses, su abuelo cambió Inglaterra por Australia en busca de oro, pero acabó de granjero.

Donald Bradman desarrolló su carrera entre 1928 y 1948. Jugó en dos clubes, el New South Wales Blues y el South Australia Redbacks. Jugó más de 280 partidos internacionales, 52 de ellos Tests (partidos oficiales).

Bateador autodidacta empleó muchísimo tiempo a mejorar su técnica y una coordinación mano – vista – cerebro envidiable, que le permitió convertirse en la leyenda que hoy es.

Para que nos hagamos una idea, su promedio de noventa y nueve carreras por partido internacional es el equivalente a cien goles por temporada en una liga de fútbol como la española o la italiana. ¿Se lo imaginan?

Bradman murió en 2001, a los 92 años de edad, en Adelaida, Australia.

 

“Nunca fui entrenado; Nunca me dijeron cómo sostener un bate ” –D. Bradman

 

Curiosidades:

 

● Un científico estadístico australiano llamado Charles Davies realizó un estudio matemático para saber quién es el mejor deportista de la historia, en función del dato que más significativo pueda ser. Davies concluyó que los cinco más grandes deportistas de todos los tiempos fueron Jack Nicklaus (golf, analizando los torneos ganados), Michael Jordan (baloncesto, estudiando puntos por partido), Ty Cobb (béisbol, analizando la media de bateo), Pelé (fútbol, goles por partido) y Don Bradman (media de bateo). Tras una serie de fórmulas matemáticas, la conclusión es que Bradman era el mejor de todos.

● La primera vez que Nelson Mandela vio a un australiano tras pasar 27 años en prisión, lo primero que le dijo fue “¿Sigue vivo Sir Donald Bradman?”

● En el centenario de su nacimiento, el Gobierno de Australia acuñó una moneda de 5 dólares con su imagen.

● Bradman estuvo alistado en la II Guerra Mundial en la fuerza aérea australiana. Su destino fue un campo de entrenamiento físico en la misma Australia para evitar que entrara en peligro. En Australia se lo llegó a comparar con Winston Churchill.

● Muchos australianos consideran a Don Bardman su Winston Churchill, el héroe que está por encima de todos los héroes. Era la primera vez que Australia destacaba en algo, ya que todos los referentes los aportaba Inglaterra, la metrópolis: en literatura, tenían a Shakespeare, en poesía a Tennyson… pero ellos tenían el mejor jugador de criquet.

 

La lección de Bradman:

 

Hoy en día, buscamos constantemente las mejores instalaciones, infraestructuras y condiciones posibles para entrenar. Y esto, no es negativo, sino que indica nuestra predisposición a encontrar el mejor entorno para el deportista. La pregunta es: “¿esto es siempre lo más adecuado?” o “¿es esto lo más relevante?”.

Bradman nos enseña que por encima de las condiciones y el entorno (que siempre influyen) está la determinación, la pasión, la constancia, la capacidad de adaptación, el trabajo diario y los hábitos. Él tuvo todo esto y unas pésimas condiciones. Y llegó a ser el mejor.

¿Cúal es nuestro filtro para seleccionar el talento? Quizá deberíamos replantearnos algunas cosas, porque las condiciones para trabajar, generarán ayudas o handicaps en el proceso, pero las condiciones de la persona y sus actitudes permitirán desarrollar su talento o no.