La prioridad es ganar. Y quien diga lo contrario: miente, es muy romántico o le van a echar pronto. Te contratan para conseguir unos resultados. Esto no es un problema, simplemente son las condiciones de este entorno. Si quieres jugar a esto, tienes que saber lo que hay.

Entonces, ¿dónde está el problema? En que esa situación, condiciona todo lo demás. Para empezar, porque no puede ganar todo el mundo. Eso implica, que en este contexto, si un proceso es bueno o puede ser interesante, pero no lleva a unos resultados determinados, automáticamente se invalida.

Este planteamiento provoca que todo se valore a posteriori, donde todo el mundo parece tener las cosas muy claras y donde todo se explica y justifica muy fácil, pero lo que realmente necesitas es la valentía de apostar por cosas que todavía no se pueden ver, y aceptar que si sale bien te aplaudirán y si no te criticarán, pero ese no es tu feedback, es el del entorno. Y el entorno siempre tiene menos información que tú, así que no les des tanto poder, no les hagas tanto caso, agradece cuando se interesen por ti y céntrate en lo tuyo.

Un consejo

No escuches opiniones de gente que tenga menos del 30%* de la información de lo que realmente pasa. 

*puedes decidir tu mismo/a el porcentaje

Siempre que empieces un nuevo proceso (con un equipo, individual, una temporada, una competición, un proyecto, etc.) nunca sabes qué pasará después (aunque te juzgarán por ello). Y es en ese momento, donde debes definir una estrategia, un plan, construir una preparación y empezar un camino.

Es inteligente adaptarse durante un proceso, pero pierdes el norte si cambias cada vez que te hacen dudar por unos resultados.

Nunca lo puedes saber todo, ni ver el futuro, aunque tienes que aceptar las reglas del juego si no quieres volverte loco/a. Y para esto, te ofrecemos 5 estrategias que te pueden ayudar a vivir en este entorno:

Tener muy claro qué haces y porqué lo haces: Cuanto más fuerte y convencido estés de tu propuesta, menos te afectarán las dudas.

Basar tu proceso en unos criterios fiables decididos previamente: Esos criterios serán tu feedback de referencia para saber si vas por buen camino o no. Esta es la forma de no escuchar ese ruido de fondo.

Cuando las cosas te van bien: Si no sabes qué estás haciendo para que te vaya bien, tienes un problema. Necesitas saber qué está pasando, para poder alargar esa situación todo lo posible o para saber qué tienes que hacer para volver ahí.

Cuando las cosas te van mal: Tienes que saber cuales son tus puntos de apoyo y los criterios no condicionados por la emoción de los resultados. En qué puntos de referencia y criterios te vas a basar para reajustar y/o seguir.

Ante la duda: Toma siempre la decisión que te haga ir a dormir más tranquilo/a cada noche. Si estás convencido de lo que haces, lo tienes claro, está estructurado, haces todo lo que está en tu mano y buscas el beneficio del equipo o de la gente para la que trabajas, estará bien, independientemente del resultado.

 

Los puntos 1 y 2, difícilmente se pueden hacer sin ayuda, porque necesitas perspectiva, pero como estás viviéndolo todo en primera persona, no siempre la tienes.

Los puntos 3 y 4, dependen de tu planteamiento en los puntos 1 y 2.

El punto 5 es personal e individual. Cada persona debe asumir la responsabilidad de su propio proceso, independientemente de que todos necesitemos ayuda en algún momento.

 

Y para terminar, recuerda esto:

Si no tienes criterio, tendrás que usar el de los demás, y eso es peligroso.

Para insistir en lo que crees, aunque no te apoyen, necesitas un plan y ser valiente.

 

Por mucha obsesión que haya por los resultados, cada vez que empieza un proyecto o una competición, empezará un nuevo proceso, y gestionarlo bien, es lo que más te acercará a tus objetivos y resultados. Si lo haces al revés, empiezas por el resultado y cambias todo en función de eso, te olvidarás del proceso y te perderás a ti mismo/a.