Las pequeñas mejoras hacen poco ruido en el día a día, y solo se le da bombo a los grandes cambios, a los extremos, a los que destacan pronto, etc. Y eso, dentro de una sociedad donde se fomenta la inmediatez, donde el objetivo no es solo conseguir mejoras, sino conseguirlas rápido y, a poder ser, sin esfuerzo. Esta combinación es un cóctel muy peligroso que deja en muy mal lugar a uno de los valores más silenciosos, pero a la vez más importantes para obtener mejoras: la constancia.

Pero la constancia nunca se va a defender, ni te va a venir a buscar, simplemente va a tratar bien a quienes crean en ella. También nos ayudará a instaurar nuevos hábitos, que más adelante se pueden transformar en nuevas mejoras. El problema es que nos cuesta ser constantes cuando no vemos el resultado inmediato, como ratas de laboratorio que solo responden a un estímulo-respuesta. Rompiendo una lanza a nuestro favor, es cierto que la forma en la que estamos configurados como seres humanos, potencia eso, y las teorías psicológicas de aprendizaje nos informan de que cuanto más tiempo tarda en aparecer la respuesta a una acción, más complicado es para nuestro cerebro asociar una relación entre ellas, pero ahí es donde tenemos que usar nuestra capacidad para razonar, que también la tenemos, ya que eso no quiere decir que si yo trabajo y todavía no veo resultados, no esté sirviendo para nada.

Y en este momento es donde necesitamos sumar a otros compañeros de viaje, para poder dejar que la constancia haga su trabajo. Estos son la determinación y cómo de claros y definidos tenemos nuestros objetivos, de modo que nuestra mentalidad será clave para seguir o para desistir, cuando no veamos la recompensa inmediata. Además, un recurso importante será valorar las pequeñas mejoras que van apareciendo, no solo el resultado final. Se trata de pensar en grande pero empezar y construir pequeño (y valorarlo).

Sobrestimamos lo que podemos hacer en 1 año y subestimamos lo que podemos hacer en un mes. Pongamos un ejemplo:

Si me leo 10 páginas cada día (o 12 si quieres no hacerlo el fin de semana), en un mes me habré leído un libro de 300 páginas.” 

No parece muy complicado, ¿verdad?, pero… 

¿Cuántos libros de 300 páginas te has leído en un mes?

Si en cada sesión de entrenamiento que hago, introduzco un ejercicio de movilidad, al cabo de 3 meses, seguramente habré mejorado mucho más que haciendo alguna sesión suelta de movilidad completa.

Si cada día que voy a entrenar, antes o después, me quedo solo 10’ más tirando, pasando bolas o chutando faltas, cuando lleve 30 entrenamientos, habré acumulado ya 5 sesiones extra de 1h (sumando los 10’ de cada entrenamiento). Con el paso del tiempo, esto son muchas sesiones extra y muchas mejoras (siempre que el trabajo sea de calidad).

Hoy en día si no creces exponencialmente, parece que no creces. Si no pasas de 0 a 100, si no cambias de un día para otro, si no destacas pronto, si no eres un avanzado o si no eres precoz… Y cuando estás en entornos donde hay muchas diferencias de nivel, parece que ser constante no tiene valor, porque a corto plazo quizá no se recortan diferencias. Pero cuando todo el mundo es muy bueno, la única diferencia la marcan los detalles, la constancia y la mentalidad. 

Olvidamos a los que se preparan cada día sin hacer ruido, y nos agarramos a ellos y ellas el día que consiguen tirar la puerta abajo, cuando a los exponenciales les hemos reventado tanto a expectativas que les hemos confundido, se caen y son abandonados.