La historia de Károly Takács. Le denegaron participar en los Juegos Olímpicos de 1936, porque en la Hungría de preguerra, solamente los oficiales podían optar a ello. Decidido, Takács puso la mira en los juegos de 1940. Sin embargo, en 1938, una granada le destrozó la mano derecha, que era con la que disparaba. Se entrenó solo para disparar con la izquierda, pero los Juegos Olímpicos de 1940 y 1944 se cancelaron por culpa de la guerra que asolaba Europa. Finalmente, en 1948, a los treinta y ocho años de edad, Takács compitió por primera vez en los Juegos Olímpicos y ganó la medalla de oro en la competición de tiro y estableció un nuevo récord mundial.

Fragmento extraído de Legacy, de James Kerr        
 

 

¿Quién era Károly Takács?

 

Takács (21 de enero 1910, Budapest) era un sargento del ejército húngaro con un sueño: participar en unos Juegos Olímpicos en la disciplina de tiro con pistola rápida. ¿El problema? Que el ejército húngaro, en 1936, sólo dejaba competir a los oficiales, y él no lo era. Así fue cómo vio pasar el tren de los Juegos Olímpicos de Berlín.

Károly Takács

Su próxima meta fue los Juegos de Tokio de 1940. Con ese objetivo se entrenó de manera incansable aunque quedaran tres años para las olimpiadas. Aprovechaba todos los momentos libres que el ejército le dejaba para entrenarse, pero mientras realizaba un ejercicio militar, una granada defectuosa estalló en su mano derecha, destrozándosela. Se la tuvieron que amputar. Y Takács era diestro.

Aunque el incidente podría haber sido mortal, él sólo tenía en la cabeza que no podría volver a competir. El sueño olímpico del húngaro se desvanecía en una sala de hospital. Pero tras unas semanas de preguntarse el porqué, finalmente cambió de mentalidad y empezó a centrarse en lo que tenía y no en lo que había perdido. Y fue entonces cuando su entrenador, Laszlo Torok, le dio la clave que lo cambiaría todo: puedes aprender a tirar con la mano izquierda. Y esa frase le devuelve la esperanza y empieza a entrenar y a aprender desde cero.

Sólo un año después, Takács se inscribió en el torneo nacional de tiro. Para estupecacción de los presentes, sobre todo competidores, que se acercaban a él para saludarlo y compadecerse, participó en el campeonato, cuando pensaban que sólo había acudido como espectador. Y contra todo pronóstico su voluntad y determinación lo habían llevado a lograr una victoria. De hecho, consiguió recuperar su mejor nivel con una mano con la que un año antes no sabía disparar. Pero la gran cita se acercaba: los Juegos Olímpicos de 1940. Parecía que el sueño olímpico se le escurría otra vez, los Juegos de Tokio eran cancelados, como los de Londres que se iban a celebrar en 1944. Era como si los Juegos y Takács no estuvieran destinados a encontrarse, hasta que llegaron los Juegos de Londres de 1948.

“Fue un diestro que disparó con la mano izquierda”

 

En ese momento, Takács tenía 38 años y eso le hacía tener ciertas dudas, pero no dudó en presentarse a la capital británica para disputar los juegos con el convencimiento de que puede lograr la victoria. A su alrededor todos recelaban de sus posibilidades, ya que al perder su mano buena en un accidente, pensaban que a duras penas podría disparar correctamente.

El argentino Carlos Valiente, vigente campeón del mundo, le preguntó por qué había acudido a Londres y Takács respondió: «vine para aprender». Sin embargo, cuando comenzó la competición, confirmó que su mano izquierda había llegado al nivel de su mano derecha. Takács ganó la medalla de oro y estableció un récord mundial. «Usted ha aprendido lo suficiente», fue lo que le comentaría en el podio el relegado a subcampeón, Carlos Valiente.

Polonia, 1961. Takács preparando la pistola para disparar.

Cuatro años más tarde, la cita era en la capital finlandesa, Helsinki 1952, Takács repetiría el oro olímpico a sus 42 años. Se convirtió en el primer tirador en ganar la prueba de pistola en dos JJOO consecutivos. En esa ocasión, Carlos Valiente le dijo «usted ya ha aprendido mucho. Es hora de que se retire y me enseñe a mí», que quedó cuarto. De hecho, la medalla de plata en Helsinki fue para Szilard Kun, a quien Takacs había comenzado a entrenar al finalizar los Juegos de Londres.

No fue hasta los 56 años que Karoly Takács se retiró. Conquistó 35 campeonatos nacionales en Hungría, donde hoy en día sigue siendo un héroe, no sólo por sus registros y por ser uno de sus deportistas más laureados, también por su historia de superación y voluntad. Con su tesón consiguió cumplir, con creces, su sueño olímpico.

Murió el 5 de enero de 1976, a la edad de 65 años, en Budapest, Hungría.

 

 

La lección de Takács:

 

Károly Takács nos enseña que no elegimos muchas de las circunstancias, limitaciones y condiciones, que se interponen en el camino hacia conseguir nuestros sueños.  Aún así, todas estas situaciones, sólo sirven para ponernos a prueba y demostrarnos cuánto queríamos aquello por lo que estábamos luchando. 

Él pudo abandonar, hacer otra cosa, dejar el deporte o hacerse entrenador, pero no. Porque tenía un sueño que valía la pena lo suficiente como para seguir luchando. Por eso decidió adaptarse, aprender nuevas habilidades, entrenar, entrenar y entrenar. 

Su mentalidad y su determinación, superaron todos los obstáculos. Y probablemente cuando llegó su Olimpiada, nadie lo deseaba tanto, lo valoraba, ni lo había peleado tanto como él. Y por eso llegó más lejos que los demás.