Quizá alguna vez has escuchado hablar, o ya conoces, el proceso de:

Foto: Behind the Athlete

Este proceso es básico en deportes de oposición, donde hay que tomar decisiones constantemente, y la interacción con el rival y con los compañeros, si además es un deporte colectivo es constante. Lo definimos brevemente por si no lo conoces y recordamos que forma parte de cualquier proceso táctico, de ahí su relevancia:

◉ Percepción: Reconocer una situación de juego. Es el análisis.

◉ Decisión: Interpretar correctamente cual es la mejor opción para resolver esa situación de juego. Es la solución mental.

◉ Ejecución: Llevar a cabo lo que se ha decidido. Es la solución motriz.

 

Ahora que ya estamos todxs en el mismo punto, vamos a darle valor a este proceso. Está claro que, por un lado, tener presentes las fases, puede ayudar a diseccionarlas dentro de una metodología analítica para luego integrarlo dentro de una metodología global (o a la inversa) y enriquecer el aprendizaje de lxs deportistas.

El tema, y a esto vamos, es que prácticamente nunca pensamos en este proceso cuando hay un error. Y precisamente hacer este camino al revés, podría ser una de las claves que nos indican cuales son las necesidades de aprendizaje reales de un jugador/a o de un equipo.

 

¿Por qué?

Como decíamos al inicio de todo, sabemos y el juego nos enseña, cuando hemos fallado, pero la pregunta es: ¿Sabemos qué nos ha hecho fallar? Existe una trampa y es que un mismo error puede ser producido por cualquiera de las tres fases del proceso. Veamos un ejemplo:

El error visible en el juego: Hemos perdido un balón en un pase.
(Normalmente aquí nos quedamos. Aunque se suele añadir un poco de salsa agria y/o picante, al gusto, con un buen enfado y una buena dosis de frustración)

El fallo podría estar en:

La percepción: No se ha reconocido correctamente la oportunidad de pase, quizá lo hemos visto medio segundo tarde, quizá no hemos visto el defensa que aparecía para ayudar, etc.

La decisión: Hemos reconocido una opción de pase real, incluso interesante, pero de las opciones de pase que podíamos elegir, nos hemos quedado con una incorrecta. En vez de por abajo era por arriba, se necesitaba un ángulo de pase diferente, etc.

La ejecución: La percepción ha sido genial, la decisión era la correcta, pero el pase lo hemos ejecutado mal, quizá porque se me ha escapado, quizá porque lo he dado con mi mano menos hábil, quizá porque ese pase lo tengo muy poco trabajado, etc.

 

A partir de aquí, si fuéramos capaces de reconocer las necesidades de cada jugador/a en el proceso táctico, automáticamente estaríamos mucho más cerca de ayudarle a ser mejor. Y sí, esto puede ser complejo, quizá requiera cambiar la forma de “mirar”, cambiar de perspectiva, pero siempre será mejor aceptar la complejidad del juego y el rendimiento, a comprar la seguridad de invertir miles de horas en trabajar aspectos en los que nos sentimos más cómodos, pero que a lo mejor no es lo que el jugador/a o el equipo necesitan.

 

En resumen:

Foto: Behind the Athlete