El tenis es un juego de oposición en el que no hay compañeros. La interacción es constante, eres tú siempre quien tiene que participar golpeando la pelota y adaptándote constantemente a todo lo que el rival propone. Además, requiere precisión porque la pelota debe entrar dentro de unas limitaciones. Todos estos condicionantes hacen que sea un deporte donde el aspecto mental se sobredimensiona; gestionar correctamente (o no) todo lo que va ocurriendo en todo momento marcará la diferencia e inclinará la balanza hacia un lado o el otro, porque cualquier desajuste por parte de uno de los dos deportistas, puede ser clave para el resultado final.

Capítulo 1: Reflexiones sobre el aspecto mental del tenis

Juego Exterior: Se juega contra un adversario externo para superar obstáculos externos y alcanzar una meta externa.

Juego Interior: Tiene lugar en la mente del deportista, y se juega contra obstáculos como la falta de concentración, el nerviosismo, las dudas sobre si mismo y la excesiva autocrítica.

La queja más común de los deportistas desde tiempos inmemoriales es: “El problema no es que no sepa qué hacer, ¡el problema es que no hago lo que sé!”

Capítulo 2. El descubrimiento de los dos Yoes

YO Nº1: El yo que da órdenes, el yo que habla, mi voz interior dentro de la cabeza.

YO Nº2: El yo que actúa y ejecuta órdenes. 

La clave para mejorar reside en mejorar la relación entre el yo que habla (Nº 1) y las capacidades naturales del yo que actúa (Nº 2)

El YO Nº1 no confía realmente en el YO Nº2, a pesar de que este encaran todo el potencial que se ha desarrollado hasta ese momento y está mucho más capacitado para controlar el sistema muscular que el YO Nº1.

La unión de estos dos yoes implica el aprendizaje de varias habilidades interiores:

1. Aprender a crear la imagen más clara posible del resultado deseado.

2. Aprender a confiar en que el YO Nº2 rendirá al máximo y a sacar una enseñanza tanto de los éxitos como de los fracasos.

3. Aprender a ver el juego sin juzgar, es decir, a ver lo que está sucediendo sin opinar si está bien o mal.

Capítulo 3. Silenciar al YO Nº1

Cuando un jugador de tenis se halla totalmente concentrado, no está pensando cómo, cuándo o incluso dónde golpear la pelota. Y después de golpear no se queda pensando en lo bien o lo mal que lo hizo. La raqueta conecta con la pelota mediante un proceso que no parece requerir la intervención del pensamiento. Hay consciencia de ver, oír y sentir la pelota, e incluso de la situación táctica de la misma, pero el jugador parece saber qué hacer sin tener que pensar.

Quizá por eso se dice que la poesía más bella nace en el silencio. Las grandes obras de arte también surgen de las silenciosas profundidades del inconsciente, y también se dice que las verdaderas expresiones de amor surgen de una fuente que está más allá de las palabras y los pensamientos. Sucede lo mismo con los grandes logros deportivos; surgen cuando la mente está tan silenciosa y tranquila como un lago de cristal.

El gato que está al acecho de un pájaro.

Alerta sin el menor esfuerzo, está agazapado, con sus relajados músculos listos para el salto. Sin pensar en cuándo saltar, ni en cómo debe impulsarse con sus patas traseras para alcanzar la distancia necesaria, el gato está totalmente concentrado en su presa, y su mente está en calma.

Al gato no le pasa por la cabeza ni un pensamiento relativo a la posibilidad de no atrapar su presa ni relativo a las consecuencias de ello. No ve otra cosa que no sea el pájaro. De repente, el ave echa a volar; en ese mismo instante, el gato da un salto. Con perfecta anticipación, intercepta el pájaro a un par de palmos por encima del suelo.

Se trata de una acción ejecutada a la perfección sin necesidad de ningún pensamiento; y después no hay autocomplacencia, solo la recompensa inherente a la acción misma: un pájaro entre los dientes.

En algunos momentos, lxs tenistas se acercan a la espontaneidad irreflexiva del leopardo. Esos momento suelen producirse sobre todo cuando los jugadores están voleando en la red. El intercambio de golpes a tan corta distancia suele ser tan rápido que se requiere una acción más veloz que el pensamiento.

Estos momentos son muy emocionantes, y los jugadores a menudo se quedan asombrados al conseguir colocar perfectamente unas pelotas que ni siquiera esperaban alcanzar . Al moverse más rápido de lo que creían capaces, no tienen tiempo para planear nada; sencillamente, el golpe perfecto tiene lugar. Al pensar que no han ejecutado de forma deliberada, suelen considerar que han tenido suerte; pero si sucede repetidamente, empiezan a confiar en sí mismos y a sentir una profunda seguridad.

El máximo rendimiento requiere una desaceleración mental. Esto quiere decir menos pensamiento, menos cálculos, menos juicios, menos preocupaciones, menos miedos, menos expectativas, menos intentos por esforzarse, menos lamentaciones, menos controles, menos nervios, menos distracciones.

Deja de juzgar:

El juicio es el acto por el cual se asigna un valor positivo o negativo a un evento. Eso quiere decir que algunos eventos que forman parte de tu experiencia son buenos y te gustan, y otros son malos y no te gustan. No te gusta verte mandando la pelota a la red, pero te gusta ver a tu adversario completamente vencido por tu servicio. Por lo tanto, los juicios son las reacciones personales de nuestro ego a todo lo que experimentamos: objetos visuales, sonidos, pensamientos y sentimientos.

Después de que el YO Nº1 haya evaluado varios golpes, es probable que comience a generalizar. En lugar de considerar un único golpe como ‘otro mal revés’, comienza a pensar: ≪Tienes un pésimo revés». En lugar de pensar: ≪Te pusiste nervioso en ese punto», generaliza y dice: ≪Eres el mayor cobarde de todo el club». Otras generalizaciones muy comunes son: ≪Estoy teniendo un mal día», ≪siempre fallo las más fáciles», ≪soy lento», etc.

Es interesante ver cómo nuestra mente hipercrítica va ampliando su radio de acción. Puede comenzar con una queja, ≪qué pésimo servicio», luego esto se convierte en ≪qué mal estoy sirviendo hoy». Después de algunos “malos” servicios más, el juicio se hace más amplio y el jugador dice: ≪Mi servicio es una porquería». Esto puede seguir creciendo y convertirse en ≪soy un pésimo jugador de tenis», para culminar finalmente en ≪no sirvo para nada».

La mente comienza juzgando un grupo de hechos aislado, luego juzga un grupo de hechos, después de identifica con ese grupo y, finalmente, se juzga a sí misma.

Si te dice el suficiente número de veces que tu servicio es pésimo, se produce una especie de proceso hipnótico. Es como si le hubieras dado al YO Nº2 un papel que interpretar -el papel de pésimo servidor- y este lo interpretará a la perfección, reprimiendo provisionalmente sus verdaderas capacidades. Una vez la mente hipercrítica ha creado una identidad basada en sus juicios negativos, la interpretación seguirá escondiendo el verdadero potencial del YO Nº2 hasta que el embrujo hipnótico se rompa. En resumen, comienzas a convertirte en aquello que piensas.

Dejar de emitir juicios no quiere decir ignorar los errores. Quiere decir simplemente ser consciente de las cosas tal como son, sin agregar nada.

El juicio produce tensión, y la tensión interfiere en la fluidez que requiere el movimiento preciso y rápido. La relajación produce golpes fluidos y es el resultado de aceptar los propios golpes tal como son, incluso si son erráticos.

Comencé a ver cómo funciona el YO Nº1: Como siempre está buscando aprobación e intentando evitar la desaprobación, esta sutilmente egoica ve cada elogio como una crítica en potencia. Razona de la siguiente forma: Si el profesor está contento con un tipo de desempeño, estará descontento con el desempeño opuesto. Si le agrado al hacer bien las cosas, lo voy a desagradar al hacerlas mal. Se ha establecido una norma que dicta lo que está bien y lo que está mal, y la consecuencia inevitable será una concentración dividida e interferencias del ego.

Está claro que las evaluaciones positivas y las negativas van juntas. Es imposible juzgar un hecho como positivo sin juzgar otros hecho como no positivos o negativos. Es imposible eliminar únicamente el lado negativo de todo juicio. Para ver tus golpes tal como son, no hace falta que les atribuyas cualidades positivas o negativas. Lo mismo vale para el resultado de esos golpes. Puedes ver exactamente dónde ha ido a parar una pelota sin clasificar ese hecho como algo ‘malo’.

Al eliminar el juicio, no estás evitando aquello que es. Eliminar el juicio quiere decir que no les agregas ni les quitas nada a los hechos que presencias. Las cosas aparecen tal como son -sin distorsiones-. De esta forma, la mente logra una mayor calma.

La primera habilidad que hay que desarrollar en el Juego Interior es la de la conciencia libre de juicio. Cuando conseguimos “desaprender” nuestra tendencia a juzgar, descubrimos, generalmente con cierta sorpresa, que no necesitamos la motivación de un reformador para cambiar nuestros ‘malos’ hábitos. Quizá solo necesitemos ser un poco más conscientes de las cosas.

Capítulo 4. La confianza en el YO Nº2

El primer paso para crear una mayor armonía entre la mente egoica y el cuerpo -es decir, entre el YO Nº1 y el YO Nº2- consiste en dejar de juzgarse a sí mismo.

Cuando se da este paso, luego puede aparecer la confianza y la seguridad en una mismo.

Deja a un lado por un momento las opiniones que tengas acerca de tu cuerpo y pensa en lo que hace.

Dejar que ocurra no es lo mismo que hacer que ocurra. 

¿Por qué no iba un jugador principiante a tratar su revés de la misma forma que una afectuosa madre trataría a su hijo? La clave reside en no identificarse con el revés. Si consideras tu impreciso revés un reflejo de lo que eres, te vas a sentir frustrado. Pero no eres tu revés, al igual que una madre no es su hijo. Si la madre se identifica con cada caída de su hijo y se enorgullece personalmente de cada éxito de este, su imagen de sí misma va a ser tan inestable como el equilibrio de su hijo. Encuentra la estabilidad cuando comprende que ella no es su hijo, lo observa con afecto e interés, pero como un ser independiente.

El mismo interés desapegado es lo que hace falta para dejar que tu juego se desarrolle naturalmente. Recuerda que no eres tu juego. No eres tu cuerpo. Confía en la capacidad de tu cuerpo para aprender y para jugar, de la misma forma que confiarías en otra persona para hacer un trabajo, y en poco tiempo tu cuerpo va a rendir mucho más allá de tus expectativas. Deja que la flor florezca.

Si observas al YO Nº1, verás que está siempre menospreciando al YO Nº2 con su postura crítica y sus comentarios despectivos. La alternativa sería aprender a apreciar al YO Nº2. Esta sería una actitud de respeto basada en el reconocimiento de la inteligencia natural y de las capacidades del YO Nº2.

Muchos alumnos de tenis están demasiado pendientes de los golpes y no les prestan atención a los resultados. Esos jugadores son conscientes de cómo golpean la pelota, pero no les preocupa adónde va la pelota.
En el fondo, lo que le dijo a su cuerpo fue: «Haz lo que tengas que hacer para lograr eso». Luego, todo lo que tuvo que hacer fue dejar que ocurriera.

Capítulo 5. El descubrimiento de la técnica

Quizá el error estuvo en no haber confiado lo suficiente en el YO Nº2 y haber dependido demasiado del control del YO Nº1. Es como si prefiriésemos considerarnos a nosotros mismos más como ordenadores obedientes que como seres humanos. Como consecuencia de ello, tendemos a perder la conexión directa con la memoria muscular, que almacena un conocimiento mucho más completo de la acción deseada. 

En una sociedad que se ha orientado tanto hacia el lenguaje como una forma de representar la verdad, es muy posible llegar a perder el contacto con nuestra capacidad de sentir y de recordar los golpes.

Si perdemos el contacto con nuestra capacidad para sentir nuestras acciones, al depender demasiado de las instrucciones verbales, podemos menoscabar nuestro proceso de aprendizaje natural y nuestro potencial para actuar. Si, por el contrario, golpeamos la pelota confiando plenamente en los instintos del YO Nº2, reforzaremos la conexión neurológica que lleva al mejor golpe posible.

No hay nada que pueda sustituir el aprendizaje mediante la experiencia.

Creo que el mejor uso del conocimiento técnico reside en dar solo una pista que lleve al destino deseado. Esa pista puede proporcionarse verbalmente o demostrarse con una acción, pero es mejor considerarla una aproximación a un objetivo deseable.

El jugador solo tiene que cumplir dos requisitos para alcanzar el éxito: mandar la pelota por encima de la red y dentro de la pista del adversario. El único objetivo de la técnica de golpeo reside en cumplir estos dos requisitos consistentemente y con la suficiente velocidad y precisión para crearle las máximas dificultades al adversario. 

Capítulo 6. Cambiar los hábitos

Todos desarrollamos pautas de comportamiento características y cada una de ellas existe porque desempeña una función. El momento del cambio se produce cuando nos damos cuenta de que la misma función podría realizarse de una manera mejor.

Es mucho más difícil romper un hábito cuando hay un sustituto adecuado para él.

Nunca repetimos ningún comportamiento que no esté desempeñando alguna función o cumpliendo algún propósito.

Si piensas que un mal hábito te controla, vas a creer que debes intentar romperlo. Sin embargo, un niño no necesita romper su hábito de andar a gatas porque no cree tener un hábito. Sencillamente, deja de andar a gatas cuando descubre que caminar es una forma más práctica de desplazarse.

La conciencia de aquello que es, sin hacer ningún juicio, es relajante, y es la mejor precondición para el cambio.

Capítulo 7. Concentración: Aprendiendo a centrar la atención

Con los años he aprendido que la mejor forma de acallar la mente no consiste en decirle que se calle, o en discutir con ella, o en criticarla por criticarle. Luchar contra la mente es algo que no funciona. Lo que funciona mejor es aprender a concentrarla.

Para acallar la mente uno tiene que aprender a colocarla en algún sitio. Uno no puede limitarse a abandonarla; tiene que concentrarla en algo. Si el óptimo rendimiento depende de una mente en calma, eso quiere decir que tenemos que ver cómo y en qué concentrarla.

En la medida que uno alcanza la concentración, la mente se acalla. Al mantener la mente en el presente, esta se calma. Concentración quiere decir mantener la mente en el aquí y en el ahora.

Observar la pelota quiere decir centrar tu atención visual en ella. He descubierto que la forma más efectiva de aumentar la concentración mediante la vista consiste en concentrarse en algo sutil, en algo que no se puede percibir fácilmente. Es fácil ver la pelota, pero no lo es tanto ver el dibujo que hacen sus costuras a medida que va girando. Esta práctica de observar las costuras de la pelota produce interesantes resultados. Al poco tiempo, el jugador descubre que está viendo la pelota con mucha más claridad que cuando solo la “observaba”.

Si escuchas atentamente los sonidos producidos por una serie de pelotas, pronto serás capaz de distinguir diferentes tipos y matices de sonido. Pronto podrás diferenciar el sonido que produce un drive liftado, ejecutado con el centro de la raqueta, de un drive cortado, que no ha sido ejecutado tan limpiamente. Podrás identificar el sonido de un revés plano, y diferenciarlo de uno que ha sido ejecutado abriendo la cara de la raqueta en el golpeo.

Si la cara está desviada solo medio centímetro, la pelota podría irse fuera por un par de metros al ejecutar un golpe de fondo. Por consiguiente, para mejorar la precisión y la consistencia, tienes que desarrollar tu sensibilidad.

Cuando la atención es enfocada sobre un objeto, ese objeto pasa a ser conocido. La atención es conciencia enfocada y concentrada, y la conciencia es ese poder que permite conocer.

Las mayores pérdidas de concentración se producen cuando dejamos que nuestras mentes imaginen lo que va a ocurrir o recuerden lo que ya ha ocurrido.

Una de las cosas buenas del tenis es que más tarde o más temprano tú o tu oponente vais a golpear la pelota, y esto servirá para traerte de vuelta al momento presente. Pero generalmente una parte de tu energía se queda en el mundo mental del pasado o del futuro, y así el presente no es captado con plena conciencia. Por consiguiente, los objetos pierden nitidez, la pelota parece ir más rápido y ser más pequeña, e incluso la pista parece encogerse.

La respiración es un fenómeno asombroso. Queramos o no, respiramos. Dormidos o despiertos, es algo que siempre está sucediendo. Incluso si intentamos detenerla, una fuerza se sobrepondrá a nuestros esfuerzos y nos hará respirar. Por lo tanto, cuando nos concentramos en la respiración estamos colocando nuestra atención en algo íntimamente ligado a la energía vital del cuerpo. Además, la respiración tiene un ritmo muy básico. Se dice que al respirar el hombre recapitula el ritmo del universo. Cuando la mente sigue el ritmo de la respiración, tiende a aquietarse y a alcanzar la calma.

La ansiedad es el miedo de lo que pueda suceder en el futuro, y solo surge cuando la mente se pone a imaginar el futuro. Sin embargo, cuando nuestra atención está en el aquí y ahora, las acciones que deben tener lugar en el presente tienen más posibilidades de ser llevadas a cabo con éxito, y de esta forma el futuro se convertirá en el mejor presente posible.

Es desconcertante preguntarse por qué abandonamos el aquí y ahora. El aquí y ahora es el único tiempo y lugar en el que uno realmente disfruta o logra algo. La mayor parte de nuestro sufrimiento se produce cuando dejamos que la mente se ponga a imaginar el futuro o a rumiar sobre el pasado. 

Pocas personas están realmente satisfechas con lo que tienen por delante en un momento dado. Nuestro deseo de que las cosas sean distintas a lo que son, nos lleva a un mundo irreal, y por lo tanto nos impide apreciar lo que el presente puede ofrecer.  Nuestras mentes solo abandonan la realidad del presente cuando preferimos la irrealidad del pasado o del futuro.

Capítulo 8. Juegos en los que participamos en la pista de tenis

Es difícil divertirse o alcanzar una total concentración cuando el ego está metido en lo que considera que es una lucha de vida o muerte. Mientras el YO Nº1 esté participando en un juego escondido del que depende la imagen de sí mismo, el YO Nº2 nunca podrá expresar su espontaneidad y calidad.

Vivimos en una sociedad orientada al éxito en la que las personas tienden a ser evaluadas o medidas por su capacidad en distintos ámbitos. Incluso antes de que recibiésemos nuestros primeros elogios o reproches por nuestras primeras notas en la escuela, fuimos queridos o ignorados por lo bien que realizamos nuestras primeras acciones.

La sociedad desprende un mensaje básico y clarísimo: eres una buena persona y merecedora de respeto únicamente si haces bien las cosas. Por supuesto, el tipo de cosas que hay que hacer bien para merecer el amor varía de una familia a otra, pero la ecuación subyacente que se ha establecido entre la autoestima y el desempeño ha sido prácticamente universal. Ahora bien, se trata de una ecuación bastante opresiva, porque significa que en cierta medida cada acción orientada hacia el éxito se convierte en un criterio para definir nuestro propio valor.

Si alguien juega mal al golf parece que eso quiere decir que no merece el mismo respeto, por parte de otros o de sí mismo, que si jugara bien. Si es el campeón del club, se le considerará un ganador, y por consiguiente, una persona más valiosa en nuestra sociedad.

Cuando el amor y el respeto dependen de ganar o de tener éxito en una sociedad competitiva, es inevitable que haya mucha gente que sienta una falta de amor y respeto (ya que cada ganador implica un perdedor y cada actuación sobresaliente implica muchas que son inferiores). Obviamente, estas personas intentarán ganarse el respeto que les falta, y los ganadores intentarán con la misma fuerza no perder el respeto que ya han ganado. A la luz de todo esto, no es difícil ver por qué jugar bien se ha convertido en algo tan importante para nosotros.

La nota que obtuvimos en la escuela puede medir nuestra habilidad en aritmética, pero no mide nuestro valor. Del mismo modo, el resultado de un partido de tenis puede ser una indicación de lo bien que jugué o de lo mucho que me esforcé, pero no me define como persona, ni me da motivos para considerarme más o menos importante de lo que era antes del partido.

Capítulo 9. El sentido de la competición

Si secretamente tengo miedo de que mi mal juego o mi derrota en el partido significan que soy inferior en cuanto ser humano, entonces es obvio que voy a estar mucho más molesto conmigo mismo por haber fallado un golpe. Y, por supuesto, esta misma tensión me va a hacer más difícil que juegue a mi más alto nivel. No habría ningún problema con la competición si no estuviese en juego mi imagen de mí mismo.

Es como si algunos creyesen que solo siendo los mejores, solo ganando, iban a conseguir el amor y el respeto que necesitaban.

Mientras mayores sean los obstáculos a los que nos enfrentamos, mayores serán las posibilidades para descubrir y ampliar el verdadero potencial.

Ganar es superar obstáculos para alcanzar un objetivo, pero el valor de la victoria no es mayor que el valor del objetivo alcanzado.

Una vez se reconoce el valor de tener obstáculos difíciles que haya que superar, es fácil ver los verdaderos beneficios que se pueden obtener del hecho de participar en deportes competitivos. En el tenis, ¿quién es el encargado de proporcionarte los obstáculos que necesitas para llegar al límite de tu potencial? ¡Tu oponente, por supuesto! Entonces, ¿acaso tu oponente es tu amigo o tu enemigo? Es un amigo en la medida en que hace lo posible por crearte dificultades. Solo al interpretar el papel de enemigo puede tu oponente convertirse en un verdadero amigo para ti. ¡Solo al competir contigo está de hecho cooperando! En una pista de tenis, nadie tiene ganas de quedarse esperando a que surja una gran ola. En esta clase de competición, tu oponente tiene la obligación de crearte el máximo de dificultades, al igual que la tuya consiste en creárselas a él. Solo al hacerlo así, os estáis dando mutuamente una oportunidad para descubrir a qué alturas podéis llegar.

La diferencia entre preocuparse por ganar y preocuparse por hacer el esfuerzo necesario para ganar puede parecer sutil, pero en realidad es muy grande.

Capítulo 10. El juego interior fuera de las pistas de tenis

Así pues, hay dos juegos en el tenis: el primero, el juego exterior en el que intentamos superar los obstáculos presentados por un oponente externo y en el que jugamos para obtener algún tipo de premio externo; y el segundo, el Juego Interior, en el que intentamos superar obstáculos internos, mentales o emocionales, para alcanzar nuestro verdadero potencial. Hay que reconocer que ambos juegos se desarrollan de forma simultánea, así que no se trata de elegir entre los dos, sino de decidir cuál de los dos merece prioridad.

¿Qué más se puede hacer para promover la estabilidad? El mensaje del Juego Interior es simple: concéntrate. Concentrar la atención en el momento presente, el único en que realmente puedes vivir, es una de las claves de este libro y una de las claves para hacer bien cualquier cosa. Concentrarse quiere decir no quedarse pegado en el pasado, ni en lo que respecta a los errores ni a los éxitos; quiere decir no dejarse atrapar por el futuro, ni en cuanto a los miedos ni a los sueños; quiere decir impedir que la atención abandone el presente.

El objetivo es ocuparse sin preocuparse.